Encontrar a Jesús en el presente

Reflexionando sobre periodos históricos anteriores, a menudo pienso que habría preferido vivir como agricultor durante el siglo XIX. Desde el punto de vista de mi imaginación, los problemas a los que se enfrentaba toda la gente en aquella época, aunque terribles en muchos aspectos, al menos no tenían el potencial de acabar con la vida en nuestro planeta. Vivir en una relación más directa con los desafíos de la naturaleza y las migraciones de los pueblos es muy atractivo desde este punto de vista distante. Por supuesto, estas son fantasías. (Imagino que muchos de los que ahora experimentan un estilo de vida agrario, particularmente en el mundo no industrializado, que gran parte de Norteamérica era en aquella época, encontrarán mis pensamientos peculiares).

Siempre que mi imaginación me lleva en esta dirección (normalmente en momentos en los que me siento más desanimado y abrumado por la condición actual de nuestro mundo), me recuerdo a mí mismo las mejoras y el progreso desde entonces, y me centro en el presente. La simple verdad es que estamos llamados a abordar los problemas de nuestros propios tiempos, a través de la lente que se nos ha dado, y desde aquellos lugares donde nos encontramos.

Este mes, dos de nuestros escritores se esfuerzan por penetrar en periodos históricos y analizar cuánto dependemos de la mitología moderna en lugar de conectar con la experiencia histórica auténtica. “La erudición histórica sobre Jesús, que intenta recuperar al ser humano, Jesús de Nazaret, revela a Jesús encarnando los testimonios cuáqueros siglos antes de que se desarrollara el cuaquerismo», señala la teóloga Patricia Williams en “Jesús como amigo» (p. 11). El historiador Paul Buckley se centra en la historia de William Penn y su espada, en la que se dice que George Fox dijo: “Llévala mientras puedas» (p. 8). “De hecho, es casi seguro que no es cierto», escribe Paul Buckley, “pero se sigue citando en nuestro ministerio vocal, en nuestras reuniones de negocios y en la prensa. Creo que la función de este mito es hacer que los primeros Amigos parezcan más como nosotros y, por lo tanto, aliviarnos de la necesidad de ser más como ellos». Es aleccionador pensar que nuestras impresiones del pasado bien pueden tener poca relación con los hechos históricos reales, sino que pueden servir para otros propósitos, incluyendo el de aislarnos de la dura disciplina de seguir las indicaciones de Dios en nuestros tiempos.

Es Navidad de nuevo, una época de alegría, pero, lamentablemente, el mundo necesita más que nunca el mensaje que nos llegó a través del nacimiento de Jesús. Ahora sería el momento de que los Amigos discernieran más de cerca cómo ese mensaje puede hablar a todos en el presente, y de encontrar nuevas formas de manifestarlo en nuestras vidas y en el mundo.