Es sábado por la noche y el espectáculo de talentos está a punto de comenzar. El primer número es una serie de chistes irlandeses sobre irlandeses vagos, estúpidos y borrachos, contados con un acento irlandés exagerado. A nuestro alrededor hay risas y aplausos. ¿Dónde estamos? En el Southern Appalachian Yearly Meeting (SAYMA) de 2006.
Sí, nosotros también nos quedamos impactados. Rápidamente fuimos a buscar a los dos Amigos cuyo grupo de interés sobre el racismo habíamos atendido. Los cuatro subimos al escenario para compartir nuestra preocupación tanto por los chistes racistas como por la respuesta positiva del público. No fue fácil levantarse frente a 200 cuáqueros y nombrar lo que estaba sucediendo. Nunca es fácil desafiar el statu quo. Pero en una reunión cuáquera cuyo propósito era reflexionar sobre nuestros Testimonios de Igualdad, Paz, Integridad, Comunidad y Simplicidad, ¿cómo podríamos haber hecho otra cosa?
Fue alentador ser recibidos con aplausos. En las horas restantes de la reunión, entre 50 y 60 personas nos agradecieron que habláramos.
De repente, SAYMA estaba en ebullición. La respuesta abrumadoramente positiva a nuestro desafío por parte de tanta gente, haciendo tantas preguntas, fue una completa sorpresa para nosotros. ¡Nos abordaron en las escaleras, en el baño, en la fila para la comida, en la ducha, en todas partes!
La gente quería hablar sobre lo que había sucedido y lo que habíamos dicho. Algunos se habían sentido incómodos con los chistes y no estaban seguros de por qué. Otros tenían claro que eran racistas, pero no se sentían capaces de decirlo. Algunos se sintieron avergonzados de que les hubiera tocado a los visitantes hablar por ellos. Otros elogiaron nuestro valor para hablar. Uno o dos no entendieron de qué se trataba todo el alboroto. Pudimos ver a algunas personas retrocediendo visiblemente de lo que parecía incómodo, inseguro y desordenado.
Los primeros cuáqueros adoptaron los Testimonios “como testimonio de una visión divinamente inspirada de la sociedad, y por lo tanto en contra de cualquier acción, personal, social o internacional que de alguna manera disminuya a los seres humanos». Tenían una visión de un mundo mejor por la que muchos estaban preparados para vivir, sabiendo que les costaría hacerlo. Sin embargo, escuchamos a un Amigo en SAYMA referirse a los cuáqueros como “inofensivos».
¿Qué ha pasado en los últimos 350 años para que nuestros testimonios hayan pasado de ser un desafío activo a la sociedad a un sillón inofensivo y cómodo? ¿Por qué tanta gente sintió que se necesitaba valor para levantarse y hablar? ¿Por qué nos dio miedo hablar desde nuestros testimonios en una reunión cuáquera convocada para reflexionar sobre ellos? ¿Por qué tanta gente se sintió aliviada cuando lo hicimos?