Cuarto mes, quinto día, 2007
Queridos amigos y familia:
Sé que solo ha pasado una semana desde la última vez que escribí, pero anoche, en una conversación con un querido amigo, tuve una revelación y escribí una nota para mí mismo sobre la identidad. Soy alto, blanco, de Estados Unidos, cristiano y hombre; y todo esto a veces genera hostilidad. Así que quiero explicar cómo vivo con estas identidades, especialmente en Bolivia.
Me llaman gringo (blanquito) casi a diario. Creo que tengo una idea de lo que se siente ser una minoría en Estados Unidos y ser señalado solo por el color de mi piel. Sé que no experimento la opresión de siglos que las minorías en Estados Unidos sí experimentan (y han experimentado), lo que me hace dudar porque que me pregunten constantemente de dónde soy es algo para lo que no estoy preparado.
Dicho esto, he empezado a darme cuenta de que necesito reclamar mi identidad blanca estadounidense, y reclamar (y no negar) el privilegio que conlleva esa identidad. Reclamo mi identidad masculina sabiendo que los hombres han cometido atrocidades contra las mujeres y contra otros hombres, y negar esa identidad no acabará con la injusticia. Parece que la única manera de que las cosas
mejoren es reclamar esa identidad e intentar vivir una vida de acuerdo con mis principios, incluso cuando estos entran en conflicto con los de muchos otros hombres, blancos, cristianos y ciudadanos estadounidenses. En otras palabras, debo intentar cambiar las cosas desde dentro.
Entonces, ¿qué significa eso? Para mí significa decir sí, soy cristiano, y así es como se ve mi cristianismo. No siento la necesidad de cristianizar el mundo; entiendo que Dios habla a cada uno individualmente y que todos estamos haciendo lo posible por seguir esa voz suave y apacible. Mi fe sigue la vida de Jesús más que las palabras de la Biblia; sigue la idea de que el amor es el primer movimiento, como dijo John Woolman. Intento vivir una vida que muestre amor y cariño en lugar de juicio e ira. Siento que ese es mi cristianismo, y al vivirlo así, ofrezco una visión diferente de lo que podría ser un cristiano de lo que muchos tienen. No me enorgullezco de las muchas muertes que han ocurrido en nombre del cristianismo, pero sí reconozco que son parte de mi pasado.
Al ser un ciudadano estadounidense que viaja por Bolivia, necesito decir sí, soy un gringo; sí, el presidente de mi país es George W. Bush; sí, son mis compatriotas los que están actualmente en Irak; no, no estoy de acuerdo con la actual administración de mi país; y no estoy de acuerdo con la mayoría de nuestra política dominante. Pero somos un país de democracia (al menos eso es lo que nos dicen que creamos), y la mayoría de los votantes estadounidenses sí pusieron a Bush en el poder.
Más que la política, necesito decir “Sí, soy estadounidense“; necesito decir sí, conozco su idioma; sí, tengo alguna idea de su historia; no, no he ido a viajar al lago Titicaca; y no, no estoy aquí como turista. Sí, tengo una comunidad aquí; sí, todavía soy muy ignorante y espero aprender más. No, no vine a Bolivia a beber de su cultura y marcharme. Vine a vivir con ustedes, a aprender con ustedes, a compartir algunas habilidades e información que tengo y a agradecerles por compartir lo que tienen. Sé que mi país no se está portando bien con el suyo en este momento, pero solo a través de nuestras conversaciones compartidas, y nuestra construcción de esta comunidad a través de las fronteras, las cosas cambiarán. Entonces podré ayudar a mis comunidades en Estados Unidos a entender un poco más de otra vida.
Así es como trato de trabajar a diario, y de encontrar la gracia en los momentos de ira, cuando otro hijo de Dios ha elegido mostrar su disgusto por las personas de mi color de piel escupiéndome. En esos momentos trato de arraigarme en mis principios; quiero decir, si tan solo me conocieras, si supieras que en este mismo momento estoy caminando al trabajo con tus hijos, no me despreciarías. En esos momentos recuerdo por qué estoy aquí, y cuán necesario es ofrecer una perspectiva diferente de lo que un hombre blanco alto podría estar haciendo en Bolivia, tanto a mi gente en Estados Unidos como a la gente con la que entro en contacto en Bolivia.
Me encuentro pensando en aquellas personas de todo el mundo que intentan caminar en esta gracia, en aquellos en Estados Unidos que se ven obligados a hacerlo, y en aquellos de todo el mundo que han encontrado diferentes maneras de exponer y denunciar estas generalizaciones y mentalidades que tan a menudo se basan en el odio y el miedo. Nuestro mundo está sufriendo y hay mucho por hacer, sin embargo, todo lo que podemos hacer es vivir nuestras vidas lo mejor que podamos. Ese es mi proyecto, duele a menudo, y a veces me siento inútil, pero cuanto más puedo salir de esos lugares y tener fe, mejor me va en la vida.
Eso es todo por ahora. Gracias por compartir este viaje conmigo.
Fielmente,
Andrew