Cuando cuarenta y cuatro veranos hayan tocado tu rostro
Y sembrado largos surcos junto a tus ojos
Cuando las noches inquietas succionan el sueño y trazan
Débiles recuerdos de los llantos de nuestros hijos,
Si me preguntan dónde reside la belleza del otoño
Dónde perdura la semilla de la luz y el amor
Miraré más allá, al campo, y confesaré
Que se elude, se escapa, pero de alguna manera asegura
Que persistamos en buscar aquello que, si se encontrara
Nos llevaría a ese invierno
-Más de veinte años ha girado el mundo-
Desde que nos conocimos y la Luz Interior brillaría
Dentro de tus ojos, tus ojos risueños, el siempre verde,
La noche, el pesebre, mi vida invernal liberada.
—después del Soneto 2 de Shakespeare
Delante de la chimenea: diciembre de 1993
diciembre 1, 2024

Foto de ashim Silva en unsplash
Diciembre de 2024
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