Los bordes de las carreteras donde di mi paseo estaban sólidos,
casi, en flores de septiembre, aerosoles color mostaza
espigas púrpuras y, sobre todo, en penumbras
de un púrpura más azulado, ásteres con núcleos dorados.
Esos eran los que yacían como una colcha extendida
hasta la cerca de alambre de púas en la parte superior de la orilla y más allá.
Había llovido. El rancho parecía primavera. Nadie
más caminaba o se detenía aquí. No hay daño, había tantos,
así que arranqué algunos de cada uno para caminar hacia ella
y los sostuve en mi palma durante media hora.
Aunque sabía que al arrancarlos perdían sus caminos,
en un jarrón estrecho todavía parecían naturales en casa.
Un día o dos, dije, y de pie detrás
de su silla de ruedas tomé su rostro entre mis manos.
Llevando flores a casa
septiembre 1, 2024
Foto de Maya kruchancova
Septiembre de 2024




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