
En algún lugar de este gran campo hubo una vez una tumba…
eso dice mi hermano mientras me cuenta historias
de nuestro abuelo que nunca había oído…
sin cementerio, solo una tumba hundida
que nuestro abuelo aró durante no sé
cuánto tiempo hasta que se cansó de perder trigo
o maíz que pudiera añadir un cuartillo a su cosecha.
Sin registro del condado, sin libro mayor, sin nombre…
solo sabemos esto: que una vida sencilla
terminó aquí hace mucho tiempo, se dijeron palabras sencillas
y una roca plana fue suficiente lápida.
Un día, esa austera marca fue desechada,
y luego caminó detrás de los sudorosos belgas,
sus oídos medio sordos sin llegar a oír el arado
cortando tierra y raíces intactas y acercándose
tanto como para romper esos huesos antiguos.
Los comentarios en Friendsjournal.org pueden utilizarse en el Foro de la revista impresa y pueden editarse por extensión y claridad.