
Corre la voz y empiezan a llegar
de cerca y de lejos, dejando atrás la limpieza
, el aserradero y los campos, la plancha y la tele
, encajando de alguna manera
en patrones tan estables como las estaciones:
las viudas primero, más en sintonía con este tipo de cosas:
“Cariño, acabo de oír . . .”, pero con la suficiente advertencia
para tener ambas manos llenas y otra fuente en el coche.
Y luego las parejas, ella siempre delante:
“Aquí tienes algo para ir tirando . . .”
y él arrastrando los pies en silencio detrás.
Y de alguna manera, sin planificación,
aparece variedad en la mesa y el aparador:
panecillos y tartas, bizcochos de varias capas y un cuenco de galletas de jengibre,
ensaladas de gelatina, encurtidos y sándwiches de jamón,
bizcocho y huevos rellenos… . .
Sin planificación, ningún plato es igual a otro,
y aunque cada mesa, cada encimera está cubierta,
no hay nada que no puedas usar:
suficiente para ti y tu familia de fuera,
y en el congelador para los días siguientes.
Sin planificación, algunos llegan una semana o más tarde,
y luego vienen con sopa y pan casero
y se sientan a la mesa de la cocina y lo comen contigo,
y beben café y hablan hasta la noche,
dándote una palmadita en la mano de vez en cuando.
Sin planificación, sobra tarta de nueces
para el pastor cuando se pasa la semana siguiente,
suficiente para enviarle una porción a casa.
Sin planificación, te despiertas por las noches
buscando a tientas el otro lado de la cama.
Sin planificación, cocinas un plato que nunca te ha gustado.
Sin planificación, vuelves a tu banco habitual,
un lugar desde el final.
Sin planificación, descubres que has leído la Biblia entera.
Sin planificación, guardas unas lonchas de jamón campestre,
horneas unos cuantos “peach cobblers» y un pastel de carne extra,
los envuelves con cuidado y los guardas en el congelador.
Y cuando llega esa temporada no planificada,
lo dejas todo lo que estás haciendo y vas de visita,
con ambas manos llenas y una fuente en el coche,
tus labios diciendo: “Cariño, acabo de oír . . .”
Alimentando a tus vecinos con una comida como ninguna otra.
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