

Me quedo mirando fijamente a mi reflejo en el espejo del baño, decepcionada. Ya no me sorprende; me he vuelto inmune a ello. Mi falta de autoaceptación se ha convertido en parte de lo que soy, y tristemente en lo que seré. Miro fijamente y siento que mi corazón se deteriora al reconocer cada defecto que hay en mi piel.
Aún no me he rendido del todo conmigo misma.
Mi mente empieza a preguntarse de dónde puede haber surgido la locura de mi autodestrucción. Finalmente llego a una conclusión que puede ser sorprendente para todos.
Todo empezó en mi décimo cumpleaños. Mariposas en el estómago mientras abro el colorido papel de regalo con globos y rompo la caja marrón mediana. He esperado este regalo toda mi vida, pero, reflexionando, solo ha dañado lo que soy. Un iPhone 4 negro mate, bonito y nítido, era ahora mío. No me lo podía creer, y lo primero que descargué fue una aplicación social popular que todos mis amigos ya tenían: Instagram.
Ahí fue donde estalló todo. Lentamente, aunque estaba cegada, comenzó la destrucción de mí misma y de mi apariencia física. Durante horas al día, me desplazaba por mi feed y examinaba la perfección de todos a los que seguía. Tenían lo que yo quería: una cintura delgada, una piel perfectamente limpia, un pelo largo y exuberante. Empecé a creer que mi valía era menor que la suya.
A punto de cumplir 13 años, me he cansado de sentirme constantemente mal conmigo misma. Necesitaba hacer algo para escapar de esta mentalidad viciosa que circulaba por mi cabeza.
Los valores cuáqueros dicen que todo el mundo está en el mismo nivel de igualdad, sin importar el color de la piel o la imagen corporal, pero a menudo sentía que me costaba seguir el ritmo de todos, incluso de mis compañeros.
Tenía que competir contra las expectativas de Instagram para sentirme querida en mi propia piel. Mi valía empezó a aumentar cuando conseguí cosas que me hacían sentir segura de mí misma, ya fuera llevar un conjunto divertido o maquillarme, estaba empezando a sentirme como yo misma.
Mi mensaje es este: No dejes que la trampa mental de las redes sociales te diga que no eres suficiente. No dejes que las modelos de talla doble cero destrocen tu autoestima. Haz lo que te haga sentir vibrante y viva en tu propia piel.
Me miro en el espejo del baño, completamente satisfecha con quien soy. Veo mis defectos, pero para mí, solo me han llevado a creer que soy aún más hermosa.
Así que te doy las gracias, redes sociales, por hacerme sentir desesperanzada e invisible, y por permitirme trabajar para conseguir y darme cuenta de mi propio amor propio.




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