
De pie en el acantilado, saxofón
en mano, se inclina para llevar la caña
a sus labios, enviando notas azules hacia fuera,
a través del valle, espíritu vestido
como canción. Solo conocía la de mi padre
música, sosteniendo el himnario elevándose
notas, limpias y blancas, desde el coro superior.
Mi hombre sostiene un nuevo dialecto en su saxofón,
un lamento de la vida navegando más allá del acantilado rocoso, un salmo
súplica. Con los ojos cerrados, flotando en el lamento, se inclina
en su hechizo de lluvia, su pregunta,
¿cuánto tiempo, cuánto tiempo?
El cuerno envía una lengua vernácula de blues,
estalla una inundación de notas, apretadas
entre una roca y la orilla del río,
buscando la fuente. Sus notas azules,
un colimbo llamando.
Llorando por su compañero de nido.




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