No habíamos sabido nada de mi tío Helmut en años: nos dijeron que estaba “desaparecido en combate”. Entonces, un día de 1948, apareció en la puerta de nuestra casa en Hamburgo, con aspecto demacrado y perdido. Había estado en un campo de prisioneros de guerra en Siberia. Yo tenía 17 años en ese momento; Helmut tenía unos 24. . . .
febrero 29, 2012
Erika Muhlenberg



