Azada, no solo para proteger la fruta
sino también el futuro de este manzano pequeño.
Las afiladas hojas revelan escondites de hierba,
entre brazos doloridos y tronco delgado, donde conejo, campañol y ratón
de otro modo se enroscarían, mordisqueando la corteza, la madera tierna.
Arriba, las manzanas de grandes pulmones respiran suspiros de alivio,
su descendencia a salvo para otro invierno, una espiral blanca y robusta
al pie hace guardia especial.
¿Cómo puede este retoño,
con solo un ligero estímulo de las abejas,
emitir algo llamado granny?
Elijo una de primera como recompensa,
verde brillante, moteada, ligeramente sonrojada,
con un ligero olor a té,
Y hacer de cualquier lugar que elija
para dar cada bocado ácido,
un escondite para mí.




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