Fragilidad blanca: por qué es tan difícil para los blancos hablar de racismo

Por Robin DiAngelo. Beacon Press, 2018. 192 páginas. 16 $/tapa blanda; 12,99 $/libro electrónico.

Robin DiAngelo, la mujer blanca que escribió este libro, lleva más de 20 años enseñando sobre justicia racial. Ella escribe: “Cuando hablo con personas blancas sobre el racismo, sus respuestas son tan predecibles que a veces siento como si todos estuviéramos recitando líneas de un guion compartido. Y, en cierto nivel, lo estamos, porque somos actores en una cultura compartida”.
Fragilidad blanca
es en gran medida su examen de ese guion y la cultura compartida que ayuda a escribirlo.

Observa que las personas blancas tienen opiniones sobre la raza y el racismo que creen que son objetivas, aunque estén muy influenciadas por cómo han sido socializadas como personas blancas. Explora esa socialización, señalando, por ejemplo, que la raza se ha presentado históricamente como una realidad biológica, pero en realidad es una construcción social. Esa construcción es un elemento crucial en la creación de un sistema de opresión que favorece a los blancos, además de apoyar la creencia de que la cultura, las reglas y las personas blancas dominantes son normales y buenas.

Ese sistema de opresión se ha adaptado a las condiciones cambiantes, como la ilegalización de la discriminación racial y la vergüenza de las personas que afirman abiertamente la inferioridad de las personas de color. Una de esas adaptaciones es lo que ella llama “ideología daltónica”, que disfraza la discriminación que se produce debido a prejuicios conscientes, inconscientes e institucionales. Esa ideología permite a las personas blancas disfrazar sus propias motivaciones y juicios, de modo que pueden hablar, por ejemplo, de buenas escuelas o barrios cuando por “bueno” realmente quieren decir “blanco”.

Otra adaptación es la segregación racial, que permite a las personas blancas beneficiarse de la discriminación sin ser conscientes de ello ni sentirse responsables. Las prácticas de las fuerzas del orden y el nivel de servicio gubernamental pueden variar según el barrio sin que esas diferencias se atribuyan a la raza.

La autora identifica el cambio cultural hacia la consideración de la discriminación racial abierta como inmoral y las adaptaciones a ese cambio —como la ideología daltónica y la segregación— como causas fundamentales de lo que ella denomina “fragilidad blanca”. Utiliza este término para describir la sensación de incomodidad que sienten las personas blancas ante las cuestiones raciales y sus respuestas defensivas cuando se cuestiona su comportamiento.

Debido a que la cultura suele proteger a las personas blancas de tener que pensar en la raza, muchas se molestan cuando esa protección no funciona. Debido a que la discriminación racial se considera ahora vergonzosa, las personas blancas a menudo niegan el comportamiento discriminatorio en lugar de cambiarlo.

La autora identifica “patrones de fragilidad blanca”. Estos incluyen asumir que nuestra experiencia está disponible para todos, la falta de voluntad para escuchar a las personas de color que comparten sus experiencias, la necesidad de quedar bien y el deseo de saltar a las “soluciones” en lugar de hacer el trabajo duro y personal.

Como persona blanca, reconocí este último patrón en mí misma. Cuando escuché por primera vez a la autora en un taller enumerar el “centrarse en las soluciones” como un patrón de fragilidad blanca, me quedé perpleja. ¿Por qué no deberíamos querer soluciones?

En la conclusión del libro, explica:

Cuando doy una charla o un taller, la pregunta número uno que me hacen los participantes blancos es: “¿Cómo le hablo a fulano de su racismo sin desencadenar la fragilidad blanca?”. Mi primera respuesta a esta pregunta es: “¿Cómo te hablaría yo de
tu
racismo sin desencadenar
tu
fragilidad blanca?”. Con esta respuesta intento señalar la suposición tácita de que la persona que hace la pregunta no forma parte del problema.

Ha aprendido a agradecer los comentarios de las personas de color. Asume que nunca estará completamente libre de racismo. Si no recibe tales comentarios, se preocupa, tan preocupada como lo estaría si un médico estuviera a punto de discutir los resultados de sus pruebas y fuera llamado antes de hacerlo.

Si bien animar a las personas de color a que me digan cuándo me equivoco parece desalentador, me resulta útil pensar en el aprendizaje de idiomas. Las razones por las que cometo errores al intentar hablar un nuevo idioma son como las razones por las que a veces me involucro en un comportamiento racialmente opresivo. No me crié en un entorno que me enseñara lo que necesito saber. Debido a que no considero los errores que cometo en un nuevo idioma como una falta moral, es más fácil responder a la corrección con ecuanimidad y gratitud en lugar de negación. Necesito adoptar el mismo enfoque para la retroalimentación sobre los errores raciales.

Previous Book Next Book

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Maximum of 400 words or 2000 characters.

Los comentarios en Friendsjournal.org pueden utilizarse en el Foro de la revista impresa y pueden editarse por extensión y claridad.