Hablar de paz en un clima de conflicto

Por Marilyn McEntyre. Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 2020. 212 páginas. 21,99 $/tapa dura o libro electrónico.

Las palabras importan. Lo sabemos por experiencia. Marilyn McEntyre nos muestra cómo.

Explora cómo las palabras, los eufemismos, las alusiones y las metáforas limitan y expanden nuestra capacidad de comunicarnos con claridad. Nos recuerda que “las palabras ocupan ‘campos’ de significado”. Cada palabra tiene historia y conexiones: “Guerra contra las drogas” sugiere un campo de batalla con fuerzas opuestas que ganan o pierden. La realidad es más compleja y probablemente menos agresiva. ¿Hay una frase mejor?

Las palabras son generales y específicas. ¿Qué es la paz? ¿Qué aspecto tiene la paz? ¿Cómo actúan las sociedades pacíficas? Se nos aconseja, como pacificadores, que cuidemos nuestras palabras y tomemos decisiones conscientes sobre el vocabulario.

“Los eufemismos, en el mejor de los casos, son instrumentos de diplomacia. En el peor, son trampillas que proporcionan vías de escape de la responsabilidad y protección para agendas ocultas”. McEntyre nos pide que examinemos los eufemismos comunes —“daños colaterales”, “conmoción y pavor”, “cuidado de la memoria”, “proyectos de desarrollo”, “partes privadas”— y por qué podrían haber sido necesarios. “Detrás de cada eufemismo se esconde un secreto: una práctica o un hecho que no puede soportar el escrutinio público directo”.

Entonces, ¿cómo hablamos de paz? Consideremos el papel del recordatorio. Discutir no es muy productivo, pero recordar a la gente los valores que tenemos en común abre la puerta a la comunicación. El consejo de Emily Dickinson de “contarlo sesgado” significa que es importante entender a tu audiencia y reconocer tus propios prejuicios. McEntyre fomenta el uso del lenguaje poético, reconociendo que las alusiones amplían el significado. Por supuesto, debemos articular nuestros principios y hechos, y verificarlos, mientras cuidamos nuestras metáforas.

El capítulo sobre las metáforas nos pareció revelador. Tomemos la metáfora común de la “construcción”. La construcción, con su código de edificación y su artesanía, conduce a un lenguaje concreto: sentar las bases, seguir los planos, enmarcar, unir y clavar. Las imágenes son de crear algo sólido y útil. Pero la vida es complicada, y hay situaciones en las que la fluidez es vital, y el lenguaje de la base y el marco puede limitar involuntariamente nuestras opciones.

Sabiamente, McEntyre reconoce las complejidades naturales y los peligros de la simplificación excesiva. Muchas situaciones no pueden considerarse plenamente con argumentos a favor y en contra. Nos recuerda que debemos reír, citando a Anne Lamott: “La risa es santidad carbonatada”.

Speaking Peace está diseñado para el estudio en grupo. El epílogo contiene una serie de preguntas para cada uno de los 12 capítulos; son provocativas y conducen a pensar más allá de este delgado volumen. Lo recomendamos a los facilitadores del Proyecto Alternativas a la Violencia, que comenzó con la suposición de que no todos los participantes serían alfabetizados.

Este libro es para comunicadores con conciencia. Aquellos de nosotros que escribimos o hablamos ante audiencias públicas necesitamos mantener un ojo auto-escrutador abierto, no solo diciendo la verdad, sino siendo conscientes de los efectos de nuestro lenguaje en diferentes audiencias. El consejo final del libro, expresado como el título del último capítulo, es “Deja de intentar ‘ganar’”. Si podemos abandonar la competitividad que crea el pensamiento de ganar-perder, podemos invitar a puntos de vista alternativos y sintetizadores (en lugar de opuestos) y buscar áreas de acuerdo más profundo.


Sandy y Tom Farley son miembros del Meeting de Palo Alto (California). Son narradores, escritores y, a veces, escribientes.

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