La competición requiere una gran cantidad de trabajo duro y esfuerzo. Cuando empiezas a competir a un nivel superior, también se necesita deseo y pasión para ser un ganador en lo que te propongas. Algunos pueden argumentar que la competición entra en conflicto con las creencias cuáqueras, como el testimonio de igualdad, porque por cada ganador debe haber al menos un perdedor. Sin embargo, creo que el concepto de igualdad en una competición no se trata del resultado final, sino de la forma en que te comportas mientras compites.
Mi experiencia personal con la competición ha abarcado desde competiciones atléticas hasta debates académicos y elecciones. Como alguien a quien le encanta la competición, tanto amistosa como seria, he estado compitiendo toda mi vida. En mi opinión, hay dos tipos de competición: competiciones amistosas y competiciones serias de “jugar para ganar». Hay muchas diferencias entre ellas, pero creo que hay una cosa que las une. Este punto de conexión representa de qué debería tratarse toda competición.
Muchos cuáqueros argumentarían que la necesidad de tener un ganador, y por lo tanto un perdedor, está en conflicto directo con el testimonio de igualdad. Pueden pensar que tener un ganador significa que el perdedor no es igual y que no tener ningún ganador resolvería este problema. Creo que esto simplemente no es lo que significa el testimonio de igualdad en una competición. Creo que como cuáquero es mi responsabilidad representar mis creencias en mis acciones durante los juegos o debates, no solo en los resultados. Como atleta, me siento obligado a tratar a mis oponentes con respeto y a comportarme con integridad antes, durante y después de los juegos. No puedo controlar la inevitabilidad de un ganador, pero puedo controlar mis propias acciones y elecciones; esas son mis responsabilidades no solo como atleta, sino como miembro de la Sociedad Religiosa de los Amigos.
Este año, durante un partido de fútbol apretado, tuve una experiencia que desafió mi capacidad para representar los testimonios cuáqueros. Al final de la segunda mitad, estábamos perdiendo por un gol y un jugador del equipo contrario empezó a insultarme e intentó empujarme. En ese momento, no quería nada más que devolverle el empujón, pero no lo hice; en cambio, me mantuve en calma y elegí concentrarme en ganar el partido. Al final perdimos, pero estaba satisfecho con cómo había reaccionado a la situación. Prefiero perder con dignidad que ganar con arrogancia.
En la vida, ganarás y perderás. Nadie puede detener esto, y nadie puede controlarlo, les guste o no. Aunque pueda sonar pesimista, no estoy diciendo que debas simplemente aceptar este hecho. Más bien, deberías abrazarlo. La competición me ha enseñado mucho sobre mí mismo y mi identidad. Me ha mostrado dónde puedo crecer como compañero de equipo, atleta y cuáquero. Competir para ganar y, sin embargo, seguir representando los valores cuáqueros es una línea delgada para caminar, pero es una línea que se vuelve más fácil de caminar con el tiempo. También es una línea especialmente importante para caminar como persona joven. Desarrollar las habilidades para caminar esta línea delgada es lo que creo que es el cuaquerismo: hacer brillar tu Luz dondequiera que vayas. Me enorgullece poder representar a mi comunidad de fe dondequiera que vaya y en todos mis esfuerzos. Incluso cuando George School gana.
Los comentarios en Friendsjournal.org pueden utilizarse en el Foro de la revista impresa y pueden editarse por extensión y claridad.