Le han indicado que se refugie bajo el manto de su madre
y se apoya en la oscuridad de su presencia
escuchando el rocío y la lluvia desvanecidos del exterior y el grito ocasional.
La oscuridad se ha vuelto sólida y ya no es una noche abierta y dentada,
y su hermana está en algún lugar al otro lado.
No sabrán mucho al respecto
si ocurre un desastre…
“Mamá, mamá” en árabe
y entonces sus bocas se detuvieron con la oscuridad.
No hay comparación, no, no hay comparación con mi experiencia.
Sí, sería obsceno hacer comparaciones aunque
éramos cientos durmiendo en la cubierta
de aquel frágil ferry griego hace cincuenta años
escuchando el antiguo motor
bombeando la distancia. Pero,
no, no hay comparación,
no lo intentes.
“
Yo soy
. No tengáis miedo”. Dejando a un lado su manto,
las olas y el viento se calmaron mientras les hablaba…
así dicen los textos,
y sus estremecimientos también se calmaron.
“¿Qué clase de hombre es este?”
preguntarían más tarde. ¿Qué padre-madre,
mujer-hombre?
¿Qué
Yo soy
?
Pero, no, la confianza no hace comparaciones.
Yo también estoy haciendo un viaje,
eso es todo, yo también espero en la oscuridad, escuchando la lluvia de fuera,
yo tampoco sabré mucho al respecto
cuando ocurra el desastre.
Yo también soy un migrante.
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