Corazón como una montaña

como un corazón

Mi abuela tenía
un corazón como una montaña.
Había lugares en ese paisaje
a los que nadie más había ido, lugares
donde los días se guardaban como
viejas prendas mustias, días
que ni siquiera ella podía soportar recordar,
caminos que nunca podría volver a recorrer.

El aroma de su primogénito, su suave
cabello, sus pequeños zapatos puestos en el polvo,
un hijo soldado, herido en batalla,
con pérdida de audición, con miedo a las tormentas,
que se tiraba al suelo cuando los rayos
retumbaban en la sala de estar,
otro hijo, enfadado, desafiante,
diciéndole: “Eres una anciana,
Madre. Estás vieja”.

Algunos días, palabras, imágenes, vivían
al final de senderos que gradualmente
se cubrían de vegetación. Escuchaba los pájaros ylas cascadas que vivían en su propiopecho. La luz irradiaba de su rostro,
sombras de hojas lo moteaban.
Era una mujer de montaña, una niña descalza
lavada en agua de manantial,
familiarizada con baldes y cucharones,
a quien la tierra alimentó y finalmente
recuperó: primero la mente, luego
el alma, luego el cuerpo que incluso la brisa de pino
atravesaba con salvaje respeto y amor.

Carol Wills

Carol Wills vive en Durham, Carolina del Norte.

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