Yo solía luchar, durante tres años, hasta que fui demasiado mayor para continuar con la organización de la que formaba parte. Una vez, después de perder un combate, me senté de nuevo en el banquillo, me cambié los zapatos y bebí un poco de agua. Oí a un padre gritándole a su hijo por perder su último combate. Nunca le dijeron qué hacer mejor, solo le gritaron, pero los entrenadores le ayudaron diciéndole sus errores. Durante toda la semana después de ese encuentro, practiqué tan duro como pude, tratando de aprender a corregir los errores que había cometido en mi combate. En mi segundo encuentro de lucha, gané mi combate. Pero al mismo niño le estaban gritando sus padres porque había hecho lo mismo que la semana anterior, lo que le hizo perder de nuevo. La competición es algo más que ganar y perder. En realidad, la competición ni siquiera se trata de la actividad en la que uno participa. La competición se trata de aprender a crecer como persona, aprender a aceptar la derrota, aprender a no sobreestimarse ni subestimarse a uno mismo ni a los demás y, sobre todo, aprender de los errores.
Durante mi último torneo de lucha, estaba demasiado confiado. Subestimé a mis oponentes y, por lo tanto, no rendí al máximo de mi capacidad. Debido a esto, perdí ambos combates. Estaba muy disgustado y culpé de mi derrota al hecho de que eran mejores de lo que esperaba, pero mi padre me apartó y me dijo que la razón por la que había fracasado era porque esperaba ganar, así que no me esforcé tanto como podría haberlo hecho. Fue entonces cuando aprendí que la clave de la victoria es respetar a tu oponente e intentarlo con todas tus fuerzas. También aprendí a aceptar la derrota. Negaba que hubiera perdido mis combates de forma justa, pero tuve que admitir que fue mi culpa que perdiera, y nadie más podía asumir la responsabilidad. Cuando compites, el objetivo inmediato es rendir mejor que aquel contra quien compites. Sin embargo, no se puede ganar siempre. Por eso, un atleta debe practicar constantemente. Siempre deben estar trabajando para mejorarse a sí mismos y corregir los fallos que puedan haber cometido en su última actuación. Esto demuestra que los atletas, y realmente cualquiera que participe en cualquier forma de competición, deben trabajar duro para mejorarse a sí mismos en cada oportunidad. Deben aprender de los errores que cometen para ser lo mejor que puedan ser.
He aprendido mucho de la competición: cómo admitir la derrota, cómo respetar a mi oponente, cómo poner mi mejor esfuerzo y cómo corregir mis errores. Estas cosas que he aprendido me ayudarán a ser una mejor persona en el futuro.
Los comentarios en Friendsjournal.org pueden utilizarse en el Foro de la revista impresa y pueden editarse por extensión y claridad.