La fotografía muestra las líneas
en su espalda a la luz de la mañana,
el tatuaje mal escrito de Khemer Pride
un golpe en el estómago, una sopa de letras
de fantasmas etnolingüísticos enredados.
He conocido a otros padres camboyanos
y he visto el intento de olvidar
en sus ojos. Esos horrores de la década de 1970
encerrados en rincones lejanos que
intentamos reducir a polvo en nuestras mentes.
Nacido en Tailandia, infancia en
calles de Filadelfia, ahora deportado
a Camboya, un lugar que nunca
había visto. No hay luz en su esternón
en días y noches sin sueños.
Dirección no encontrada escrito
en su sobre con muchos sellos.
Como un paquete rechazado, sus historias
siguen un arco de desplazamiento familiar
contado en muchos acentos a través del tiempo.
Sus partidas no causadas por desastres naturales,
sino por los de origen humano:
política, miedo, odio. No entregado,
mira hacia el sol, pero su espalda
y nuestra silenciosa vergüenza no pueden borrarse.




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