En tu jardín, perdiéndome
en equináceas lilas, mezclándome
con las abejas y los colibríes,
tu sonrisa otra flor.
Salgo del desierto,
alta como un girasol, me giro para hablar
con un extraño velado por el miedo,
con la pandemia siempre cerca.
Anhelo ver pintalabios y bálsamo,
dientes lisos, blancos, astillados,
manchados, o incluso separados,
una nariz romana o torcida.
Anhelo un ramo de expresión,
ver sonrisas no ocultas por la tela.
Una planta nativa de espontánea
risa, que crece en suelo público.
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