Cualquiera que fuese la génesis
que llevó a Jesús
al desierto
tuvo que haber sido
una lucha interna,
quizás confusión
o soledad o
hambre de más
tiempo para explorar
las voces que llamaban
en el susurro
de la madera que se enroscaba
al salir del cepillo en su taller.
Algo le hizo detenerse
un día. Se vio envuelto,
abrumado de preguntas
sobre el propósito, sobre los destinos,
sobre las conexiones infinitas.
Bruce Noll
Albuquerque, Nuevo México
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