Noé tuvo una visión. Vesta, su esposa, escuchó.
Era fuerte y alta. Vesta cortó
los árboles más gruesos, y juntos
cortaron troncos, los doblaron para construir
un barco apto para navegar con cabinas.
Ella cantó a los árboles mientras caían,
cantó cómo su fuerza sería conocida
en historias de todas las personas, cómo ellos
salvarían toda la vida dando la suya propia.
Ella cantó mientras construían su barco.
Los pájaros acudieron en masa a sus mástiles y construyeron nidos.
Zorros, ardillas y conejos saltaron a las esquinas
para refugiarse cuando las aguas subieron.
Noé cavó pequeños manzanos, vides,
y verduras, y los llevó a la cubierta.
Vesta limpió el jardín, coles,
patatas, guardó cualquier alimento que estuviera seco o maduro.
Estaba recién embarazada, así que guardó menta para calmar
su estómago, y quesos de cabra para nutrirse.
Noé dijo que era el momento; trajo animales de granja a bordo—
gallinas, patos, dos burros y más. Zarparon,
elevados por las inundaciones hacia el mar, flotando con halcones, búhos,
pollitos y patitos. Flotando con nueva vida.
A veces Noé ponía su oído en su vientre,
escuchaba el pequeño latido del corazón, se preguntaba
qué clase de tonto era, por una visión,
alejándose de todo lo que conocían.
Temprano una mañana, un halcón regresó del vuelo,
con un pequeño ratón colgando de su boca,
comida para su propia cría. Noé se regocijó, puso rumbo
a un pequeño lugar lejano que captó rayos de sol.
Notó que la lluvia había disminuido a una llovizna.
Vesta y una cabra estaban a su lado.




Los comentarios en Friendsjournal.org pueden utilizarse en el Foro de la revista impresa y pueden editarse por extensión y claridad.