Si la fe cuáquera fuera un árbol, llevaría las cicatrices del conflicto, pero también el carácter nudoso de un organismo imparable que ha crecido a través de sus obstáculos.
En el artículo principal de este número, “Lo que el Amor Requiere” (p. 6), George Schaefer escribe:
A menudo, en el Meeting, conflictos innombrables o intocables hierven a fuego lento durante años, lo que resulta en reuniones de negocios excesivamente polémicas y una asistencia cada vez menor. ¿Nos hemos preocupado demasiado por la inclusión y la aceptación, y por la apariencia de armonía, a expensas de la unidad y la paz, que son frutos del Espíritu?
No debemos ver el conflicto como un obstáculo que nos impide avanzar por nuestro camino espiritual. Debemos ver que el conflicto
Un conflicto entre el amor y el proceso pesó mucho sobre muchos Amigos cuando nos reunimos en Lehigh Valley a finales de julio para las 333 sesiones anuales del Philadelphia Yearly Meeting. Un comité permanente sobrecargado de trabajo y con pocos miembros había establecido recientemente una política que amenazaba con hacer lo contrario de su propósito declarado, humillando a los jóvenes transgénero en lugar de abrazarlos y apoyarlos. Una conflagración de protestas se extendió por Internet, irritando a los cuáqueros a nivel local y mundial y exponiendo la profunda decepción y el dolor que esta política estaba a punto de causar si entraba en vigor. Pocos días antes de la sesión anual, la secretaria del Philadelphia Yearly Meeting se arriesgó. Tomó la inusual medida de suspender la política de jóvenes transgénero por su propia acción (después de consultar con sus secretarios asistentes). Si bien estaba claro que era poco probable que la política resistiera el discernimiento corporativo, los Amigos desconfían del poder de veto que implicaba la acción de la secretaria. Yo, por mi parte, no sabía muy bien qué esperar. ¿Cómo reaccionaría la comunidad y resolvería el miasma de un proceso deficiente y el acto extraordinario de una secretaria?
Para nuestro crédito, los Amigos no reuyeron este conflicto ni lo enterraron en un comité. Lo que sucedió cuando adoramos como un cuerpo anual de Meeting me hizo sentir orgulloso hasta las lágrimas de los Amigos y de nuestra capacidad de crecimiento y cuidado como cuerpo. Disculpa y perdón. Compartir profundo. Escucha profunda. Una determinación de llegar al fondo de lo que nos aflige y de fomentar la integridad.
Un Amigo experimentado expresó la opinión de muchos cuando testificó que “Los procesos nunca deberían ser nuestro dios. Hay momentos, raros, para salir de los procesos y ser fieles al más fundamental de los procesos de los Amigos, que es escuchar al Espíritu Interior”.
Mi experiencia cuáquera abarca solo una fracción de la vida de mi venerable Meeting anual, pero he visto lo suficiente como para saber que el Espíritu no rehúye los obstáculos en su camino ni traza un curso diferente. Como el árbol, lento, orgánico y con raíces que lo arraigan y hojas que respiran oxígeno en el mundo, cuando estamos atentos a él, el Espíritu crece a través de nuestro conflicto.
Suyo en paz
Gabriel Ehri, Director Ejecutivo
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