
“El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz.”
—Isaías 9:2
Entraron a la sala de visitas como si fuera una fiesta,
sacudiendo la nieve de sus botas, riendo a carcajadas.
Cuatro de ellos: una madre y sus tres hijos,
gritándose insultos amistosos, quitándose
los abrigos a empujones, corriendo hacia los asientos
al fondo de la sala.
Los guardias se reunieron alrededor del mostrador de registro
y los observaron con una mezcla de curiosidad y desaprobación.
Tanta alegría parecía fuera de lugar en este espacio sombrío.
Era como si los niños no entendieran que la diversión
está prohibida en una prisión.
El hombre al que había venido a ver y yo intercambiamos una sonrisa.
Cualquier luz es bienvenida para aquellos que habitan en la oscuridad.




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