La paloma de la paz de Pablo Picasso está tatuada en mi hombro derecho. Rara vez me enfado y casi nunca levanto la voz. Desde que era pequeño, el enfado y la violencia me han aterrorizado y repugnado simultáneamente.
Crecí en un hogar violento; mi padre maltrataba a mi madre. Toda mi familia se vio afectada de diferentes maneras por la experiencia hasta que mi padre finalmente se fue. Mi madre desarrolló un trastorno de estrés postraumático; mi hermano pequeño todavía tiene pesadillas; y no recuerdo nada anterior a los siete años, cuando mi padre se fue.
La experiencia con mi familia me llevó a buscar la paz en mi propia vida, pero no me protegió de la violencia en otros lugares. Cuando estaba en segundo grado, hacía mis deberes en la cocina mientras mi madre escuchaba All Things Considered de la National Public Radio. Mi madre me ha contado que un día me miró y yo estaba tratando de taparme los oídos con los hombros; no soy una tortuga, pero estaba haciendo todo lo posible por meterme en un caparazón. El locutor informaba sobre una masacre en Bosnia en la que miles de personas fueron brutalmente asesinadas. Me asustó, y todavía me asusta.
Quería sentirme seguro y pensaba que todos los demás también deberían sentirse seguros. Pero, ¿cómo puede uno sentirse seguro cuando le están pasando cosas horribles a gente en otras partes del mundo? Alrededor de la época de la masacre de Bosnia, mi familia empezó a asistir al Meeting cuáquero. Escuchar lo que ocurrió en Bosnia hizo que me interesara mucho más en lo que defienden los cuáqueros.
El Testimonio de Paz cuáquero dice que no debemos participar ni ayudar a preparar la guerra por ningún motivo. Esto resonó en mí. Un mundo sin guerra, sin violencia, donde la gente solucione sus diferencias con palabras es uno en el que yo podría ser un participante mucho más dispuesto. A medida que crecí, me involucré más en el activismo por la paz. Hoy, soy miembro del Comité de Paz de mi Meeting y asisto regularmente a protestas por la paz.
Esa noticia de 1995 me inició en una búsqueda para hacer lo que pueda para hacer del mundo un lugar más seguro y pacífico. Creo tan firmemente en este objetivo que, después de una cuidadosa deliberación, decidí que se grabara permanentemente en mi cuerpo, así que el año pasado me hice mi primer y último tatuaje.