No doy por sentado el privilegio que supone poder escribir esta columna cada pocas semanas para que la leáis. Siempre me gusta releer el contenido de la revista y preguntarme, ¿cómo resuena hoy en mí el Espíritu a través de las palabras de estos Amigos? Mi respuesta hoy es que resuena profundamente.
Hoy es un día luminoso en Filadelfia, a las puertas de la primavera. Mientras escribo desde la mesa de mi cocina, me distraigo constantemente con las vislumbres de los pájaros que hay fuera. Hoy, una pareja de pájaros carpinteros vellosos han estado frecuentando la jaula de sebo que cuelga en la pared de piedra frente a mi ventana, con sus cuerpos de alto contraste en blanco y negro cremoso colgando boca abajo, con las colas metidas, tomándose su tiempo. Pinzones domésticos y gorriones comunes llegan como un reloj al comedero tubular para semillas de girasol de aceite negro. Cardenales norteños de color rojo brillante y dorado se abalanzan para recoger lo que cae, donde conviven más o menos pacíficamente con las tórtolas que han estado allí todo el tiempo. Ninguno de estos pájaros es exótico donde vivo. Son simplemente nuestra “gente de todos los días». No lo querría de otra manera.
Al igual que la creciente blancura de mi barba, la afición a la observación de aves se ha instalado y se ha convertido en parte de mi vida en los últimos años casi sin que me diera cuenta de que estaba sucediendo. Cuando leí el artículo de Rebecca Heider para este número, “Una guía cuáquera para la observación de aves», entendí inmediatamente por qué encuentro este pasatiempo tan adecuado para mi talante cuáquero. Al igual que Rebecca, me ha llegado a encantar recorrer los senderos de la Reserva Dixon Meadow, las llegadas y salidas estacionales de especies familiares y nuevas, la disciplina de volver a un lugar a menudo, permanecer allí y estar abierto a las lecciones reveladas.
“El modelo evangélico del amor paternal» de John Andrew Gallery es una lección que también se está desarrollando para mí. Con una reminiscencia conmovedora como punto de partida, John extrae significado y preguntas de las historias de padres en los Evangelios, reflexionando finalmente sobre su propio arco de paternidad ahora que sus hijos son mayores. Como padre de dos hijos, encontré su ensayo relevante y estimulante.
Siempre es tentador reflexionar sobre el momento presente y afirmar que es único, sin precedentes: extremo de alguna manera nueva. Si bien no hay duda de que esto puede ser cierto de alguna manera y en algunos momentos, como expone J. E. McNeil en “Plantándonos en el tiempo y el lugar», me resulta extrañamente reconfortante reconocer que las profundas divisiones que veo a mi alrededor en mi país y en nuestro mundo distan mucho de ser inéditas. Se puede obtener sabiduría del ejemplo del Amigo J. E. de confrontar divisiones aparentemente intratables con un reconocimiento de lo que hay de Dios en el otro y una aceptación de los diferentes caminos que nos han llevado a cada uno de nosotros a donde estamos hoy.
Ahora es tu turno: ¿cómo resuena hoy en ti el Espíritu a través de estas historias? Espero que consideres esta pregunta y nos hagas saber lo que surge para ti.
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