Como profesor principal del programa On Being a Spiritual Nurturer de School of the Spirit Ministry de 2001 a 2015, tuve muchas oportunidades de reflexionar sobre la relación entre mi práctica del acompañamiento espiritual en mi Meeting mensual local y mi enseñanza de ese arte. Como profesor, comencé cualquier preparación con las preguntas: ¿Cómo y qué me está enseñando mi Meeting sobre el acompañamiento? ¿Qué está tratando de mostrarme Dios sobre la comunidad, sobre mí y sobre Dios? Estas preguntas son la base para estar en la escuela del Espíritu (tradicionalmente un término para los Meetings de ministros y ancianos). Esa base es saber que Dios está presente y activo en todas partes y que busca acercarnos cada vez más.
Espero que el uso de la palabra “Dios” no resulte desagradable. Sin una palabra que señale el gran misterio que se encuentra en el corazón de la paradoja de nuestra conciencia humana, me encuentro propenso a caer en el dualismo del yo y el otro, y a colocar el yo en el centro de nuestro mundo. Nuestros anhelos nos señalan el fundamento de nuestro ser, y, para mí, “Dios” es una palabra tan buena como cualquier otra, a pesar de su uso antropomorfizado actual. Creer en Dios es creer en el universo y en nuestra pequeña parte en él, expresado en nuestro anhelo más profundo de armonía y resolución.
Las siguientes siete prácticas o hábitos surgieron cuando un participante reciente en el programa me pidió que destilara el arte del acompañamiento espiritual. Deben vivirse a lo largo de toda una vida; no esperes poder encenderlas como una bombilla. Son maestros.
Recomiendo estos hábitos a todos vosotros y especialmente a los comités de Ministerio y Consejo de todas partes.







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