No soy la forma que ocupo ni
la mente que me acecha.
Saber
debería inspirarme a cuidar mejor
el suelo que piso y el
tesoro que toco, debería bastar
para justificar el abandono audaz de
acaparar, estimular la desapasionamiento por la
fronda de la lujuria que hace cosquillas en cada barrio.
No me lo creo y lo mantengo cuadrado,
centrado en el único hecho que importa,
en cuyo nombre oramos todos.
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