Nos reunimos para respirar

Las fotos del autor de un viaje de octubre de 2024 a Punta Cana en la República Dominicana que incluyó a miembros del grupo BBIPOC. Fotos cortesía del autor.

Este artículo aparece en el episodio de octubre de 2025 del podcast Quakers Today.

No me uní a un grupo de afinidad cuáquero de personas negras, morenas, indígenas y de color (BBIPOC) porque tuviera algo que enseñar: me uní porque necesitaba respirar.

Mis primeras experiencias fueron a través de los grupos virtuales de culto de Amigos de Color y Ujima Friends de la Conferencia General de Amigos (FGC), que se reúnen en quietud, honestidad y valentía. Más recientemente, también he formado parte de un grupo de afinidad cuáquero BBIPOC donde el Espíritu se encuentra con la verdad de maneras profundas y sin filtros. Cada uno de estos grupos ha remodelado mi forma de pensar sobre la comunidad, la pertenencia y el compañerismo. Ninguna de las dos experiencias encaja perfectamente dentro de las estructuras tradicionales, pero ambas están empapadas de Espíritu. Y si soy honesto, ambas me han perturbado, en el mejor sentido.

Los grupos de afinidad han sido durante mucho tiempo espacios sagrados para la unión, la conexión y la comunicación auténtica: lugares donde se construyen relaciones más profundas no a pesar de la diferencia, sino a través de la experiencia compartida de ser visto plenamente. Estos son espacios donde las personas traen todo su ser a la sala, donde la confianza no se asume, sino que se nutre.

Los grupos de culto de afinidad no son escapes; son espacios de integridad espiritual. Estos son lugares donde los Amigos que han sido marginados durante mucho tiempo por la cultura cuáquera dominante pueden escuchar lo Divino sin tener que explicar demasiado su presencia o su dolor. Estos grupos no te piden que dejes parte de ti fuera de la puerta. Te piden que lo traigas todo: tu alegría, tu fatiga, tu ascendencia, tu verdad.

Es una pregunta que se ha repetido tanto en espacios educativos, sociales como espirituales: ¿Por qué todos los niños negros se sientan juntos en la cafetería? Como descubrió la psicóloga Beverly Daniel Tatum en el libro cuyo título planteaba esa pregunta, la afinidad no es evasión; es reparación. En el culto, la respuesta sigue siendo: la afinidad no es exclusión, sino coherencia sagrada.

Una epístola de una reciente reunión de BBIPOC lo dijo claramente: “Respiramos juntos para que nuestros espíritus no se asfixien bajo el peso del silencio”. Esa frase me impactó porque es más que una metáfora. Para muchos Amigos de Color, el silencio sin reconocimiento no es profundidad espiritual: es asfixia. El culto de afinidad convierte el silencio en aire de nuevo. Crea espacio para la respiración, para el testimonio, para la renovación.

No soy un experto en colonialismo ni en reparaciones. Esas conversaciones me exigen mucho. Pero he aprendido que no tienes que ser un experto para cambiar. El simple hecho de estar presente en un espacio donde los Amigos nombran verdades duras —sobre la historia, sobre los sistemas, sobre la supervivencia— me ha sacado de la complacencia y me ha llevado a la claridad. Estos espacios no son “alternativas a la reunión”; son lugares de revelación.

Durante un reciente culto virtual de Amigos de Color, se nos ofreció una serie de preguntas. Al principio me parecieron sencillas, pero se quedaron conmigo, al igual que mis respuestas:

  • ¿Cuándo fue la última vez que la belleza te perturbó? Cuando el silencio cayó después de que alguien dijera una verdad demasiado pesada para las palabras.
  • ¿Resentiste su perturbación o la acogiste con agrado? Al principio, me resistí. Entonces me di cuenta de que me estaba devolviendo a lo que importaba, y la acogí con agrado.

Este es el trabajo de la adoración por afinidad: crear un espacio donde la belleza y la perturbación coexistan, y donde ninguna de las dos tenga que disculparse por llegar.

Recuerdo a un Amigo describiendo la risa de su abuela como un culto que sobrevivió a la violencia que la rodeaba. Ese recuerdo se convirtió en una belleza que perturbó el dolor. Otra vez, las lágrimas de un Amigo fluyeron tan libremente que la pantalla del ordenador en sí parecía un santuario.

La perturbación no siempre es cómoda, pero es fiel. Restaura nuestra sensación de que el Espíritu habla con mayor claridad cuando dejamos de intentar controlar su voz. Recuerdo a otro Amigo hablando de injusticias sistémicas y traumas generacionales; apenas podían contener la emoción que presionaba en los bordes de sus palabras. Incluso en la lucha, su testimonio nos perturbó hacia una honestidad más profunda.

Los grupos de afinidad no compiten con las reuniones tradicionales. Restauran las partes de nosotros que tuvieron que esconderse para quedarse. En muchos espacios de culto tradicionales, los Amigos de Color tienen que sortear microagresiones, simbolismo, invisibilidad o vigilancia espiritual. Los espacios de afinidad ofrecen una especie de descanso del alma: una restauración de la voz y la respiración.

Aquí, podemos explorar nuestras respuestas a preguntas como las siguientes:

  • ¿Es la maravilla un privilegio? A veces, pero también es resistencia: una forma de sobrevivir con dignidad, incluso cuando el mundo te olvida.
  • ¿Es posible carecer de acceso a la belleza? Sí, lo es: no porque la belleza no esté presente, sino porque el peso de la supervivencia puede dificultar su visión.

Esto no es teórico; estas son experiencias vividas de Amigos que se presentan cada semana, buscando la Luz no a pesar del mundo, sino en pleno reconocimiento de él.

Lo que he llegado a entender es que el culto de afinidad no es separación; es testimonio. Es un testimonio de la verdad de que la Luz habla en muchos idiomas. Y a veces, necesitas estar entre aquellos que llevan un ritmo compartido para oírla con claridad.

Mi experiencia incluye más de una década facilitando iniciativas de diversidad, equidad e inclusión en colegios y universidades, así como en escuelas privadas independientes. Incluso con esa experiencia, sentarme en las sesiones de culto de BBIPOC sigue exigiéndome mucho espiritualmente. Me recuerda que, si bien la política puede moldear la cultura, el Espíritu transforma el corazón. Y ambos son necesarios.

El culto de afinidad también modela en lo que la Sociedad Religiosa de los Amigos podría llegar a convertirse. Encarna el testimonio de igualdad al negarse a silenciar las voces que durante mucho tiempo han sido ignoradas. Encarna la integridad al nombrar verdades duras en voz alta. Encarna la comunidad al recordarnos que la pertenencia a veces comienza en los márgenes. Y encarna la paz al insistir en que el descanso y la reparación son en sí mismos actos de resistencia.

He aprendido a sentarme con lo que me incomoda: no como un fracaso, sino como una invitación. He escuchado a Amigos hablar con claridad sobre el colonialismo, sobre el daño sistémico y sobre la responsabilidad moral de nuestras reuniones. Me he dado cuenta de que a veces lo más fiel que puedo hacer es escuchar el tiempo suficiente para cambiar.

Estas reuniones no me han alejado del cuaquerismo; me han atraído más profundamente hacia él. Me han mostrado lo que significa adorar en espíritu y en verdad, incluso cuando la verdad es pesada.

No nos reunimos en otro lugar para dividir el cuerpo; nos reunimos en otro lugar para permanecer íntegros dentro de él. En estas reuniones, oramos; cuestionamos; hablamos con claridad. Puede que a veces lloremos. Mantenemos el silencio y nos sostenemos mutuamente. Estas no son reuniones marginales. Son testimonios en tiempo real. Son recordatorios de que la reunión es más grande que sus muros, y que el Espíritu a menudo se mueve más fuerte donde los sistemas han estado en silencio durante más tiempo.

Si nunca te has sentado en un espacio como este, te invito a no temerlo; simplemente ven con tu escucha intacta. Puede que no se te pida que hables. Puede que no estés en el centro, pero podrías cambiar. Para mí, ese cambio ha sido la respiración misma: la respiración que no me daba cuenta de que había perdido, la respiración que me conecta con los antepasados que perseveraron y con los Amigos que todavía se reúnen. Nos reunimos para respirar, no como un retiro, sino como un recordatorio de que la Luz está más viva cuando nadie se queda sin aliento.

Curtis Spence

Curtis Spence es un educador y un creativo cuyo trabajo explora las intersecciones de la justicia, la pertenencia y la reflexión. Ha facilitado iniciativas de diversidad en escuelas independientes, colegios y universidades durante más de una década. Es miembro de la comunidad cuáquera BBIPOC y de los grupos de culto de Amigos de Color. Su proyecto actual de memorias de reflexión combina acuarela, poesía, texto conceptual y testimonio en vivo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Maximum of 400 words or 2000 characters.

Los comentarios en Friendsjournal.org pueden utilizarse en el Foro de la revista impresa y pueden editarse por extensión y claridad.