“Para mí es una lucha constante lidiar con mi propio racismo interiorizado”, admite Judy Meikle. Mientras explica cómo su vocación de orar con personas encarceladas la ha llevado a una mayor comprensión de los efectos del racismo sistémico, explica: “Me oigo caer en la trampa del excepcionalismo, como si de algún modo yo fuera la buena antirracista, y no lo soy”.
“Uno de los aspectos más importantes del ministerio penitenciario para mí es conectar a las personas de dentro con las de fuera”, dice Judy. “Cuando conectas a personas individuales, de humano a humano, sientes que es una forma de poner a la gente cara a cara con las realidades de la vida en prisión y conectarla con un ser humano real”.
Transcripción y preguntas para el debate disponibles aquí
Producido por Rebecca Hamilton-Levi
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