Seamos realistas: no nos gusta hablar de sexo. A la mayoría de la gente no le gusta, pero los cuáqueros son especialmente reacios. También tenemos que afrontar esto: algunos cuáqueros están seguros de que la homosexualidad es un pecado, y otros están igual de seguros de que no lo es. Sin embargo, ¿cómo puede estar tan seguro cada bando si ninguno de nosotros quiere hablar de sexo?
Douglas C. Bennett