Sobre la escucha

Cuando te pido que me escuches y empiezas a darme consejos, no has hecho lo que te he pedido.

Cuando te pido que me escuches y empiezas a decirme por qué no debería sentirme así, estás pisoteando mis sentimientos.

Cuando te pido que me escuches y sientes que tienes que hacer algo para solucionar mi problema, me has fallado, por extraño que parezca.

¡Escucha! Todo lo que te pido es que escuches, que no hables ni hagas nada, solo que me oigas.

Cuando haces por mí algo que puedo y necesito hacer por mí mismo, contribuyes a mi miedo e insuficiencia.

Y puedo hacerlo por mí mismo. No estoy indefenso. Quizá desanimado y vacilante, pero no indefenso.

Pero cuando aceptas como un simple hecho que siento lo que siento, por muy irracional que sea, entonces puedo dejar de intentar convencerte y ponerme a entender qué hay detrás de este sentimiento irracional. Y cuando eso está claro, las respuestas son obvias y no necesito consejos.

Los sentimientos irracionales tienen sentido cuando entendemos lo que hay detrás de ellos.

Quizá por eso la oración funciona, a veces, para algunas personas, porque Dios es mudo, y Él o Ella no da consejos ni intenta arreglar las cosas. Dios solo escucha y te deja resolverlo tú mismo.

Así que, por favor, escucha y solo óyeme. Y si quieres hablar, espera un minuto a que te toque, y yo te escucharé.

Ralph Roughton

Este breve artículo del número del 1 de octubre de 1984 de Friends Journal se reimprime en respuesta a una sugerencia de un lector. Las reflexiones de Ralph Roughton sobre la escucha se debatieron en una reunión del Grupo de Amigos Mayores del Meeting de Hartford (Connecticut) y se publicaron por primera vez en el boletín del Meeting en abril de 1981.