Me encantaba cuando nos sentábamos a tener Tiempo de círculo. Primero encendíamos las velas para tener algo bonito que mirar y porque las velas son simplemente bonitas. A veces estaba tan oscuro y daba tanto miedo afuera que no quería mirar. Quería mirar las velas en su lugar.
Lo siguiente que hacíamos era cantar “Esta pequeña luz mía». Mi parte favorita era donde gritabas “¡No!». Siempre preguntaba: “¿Cuándo es la parte del ‘no’, mami?». En aquel entonces, era mi canción favorita. La tarareaba mucho.
Luego decíamos por quién estábamos agradecidos. Mi hermano, Bjorn, solía decir que estaba “agwadecido» por papá. Lo siguiente que hacíamos era tener nombres para Dios. Ahí era cuando pensabas en un nombre que creías que describía lo que Dios hizo por ti y tu familia ese día. Por ejemplo, papá podría decir: “Mi nombre para Dios es ‘Consolador'», o Bjorn podría decir: “Mi nombre para Dios es ‘Hacedor de Papás'».
Luego hablábamos de sostener a la gente en nuestras manos. Cuando sosteníamos a la gente en nuestras manos, significaba que eran alguien especial o que habían estado teniendo algunos problemas últimamente. Pensábamos que Dios debía oír que nos preocupábamos por estas personas y que seríamos amorosos con ellas.
Después de eso, escribíamos oraciones en tarjetas de oración. Siempre eran divertidas. Estaban hechas de hermoso papel de colores. A veces las tarjetas de oración tenían puntos. Otras tenían flecos. Todas eran muy bonitas. Siempre colgábamos las tarjetas de oración en el árbol de la sala de estar. Normalmente le dictaba mi oración a mami o a papá.
Lo último de todo era apagar la vela. Bjorn y yo normalmente peleábamos por apagar la vela. Normalmente teníamos tres velas, así que uno de nosotros podía apagar dos. A veces mami y papi tenían que apagar una para evitar que peleáramos.
A veces hacíamos el tiempo de círculo acostados en la cama de mami y papi, todos apretujados. Siempre era acogedor y cálido. Pero la mitad de las veces peleábamos por ir al lado derecho porque ese era el lado con mami cálida y acurrucada. Nunca quería salir de ese edredón acogedor para cepillarme los dientes. Mami y papi normalmente tenían que decirme que no habría historia a menos que saliera a la cuenta de tres.
Cuando me acostaba en la cama escuchando a mi mamá, a mi papá y a Bjorn decir sus oraciones, sentía calor en mi corazón, el tipo de calor que me hacía sentir especial, ¡especial por estar en mi familia, por estar en ella justo en ese momento!