A quienes reparan y pintan
la pared detrás del marco de la foto
y mueven los cordones de sus zapatos para que queden
iguales a ambos lados del ojal—
Os quiero igualmente, sois mi gente.
A quienes le dan vueltas
a un pensamiento que creen que no deberían tener—
Os quiero igualmente, sois mi gente.
A quienes planchan cuidadosamente
la parte trasera de una camisa para llevarla dentro
de una chaqueta todo el día—
Estoy de acuerdo con vosotros en que la precisión invisible
es un requisito previo para lo visible, y
os quiero igualmente.
Excepto el pensamiento que crees que no deberías tener—
cuando digo que os quiero igualmente,
no es solo crueldad para con nuestras inquietudes.
Estoy diciendo que es la única manera—de todos modos, a pesar de—
que nuestra médula infaliblemente agrietada, sesgada y arrugada
pueda aparecérsenos como cubierta de masilla, nivelada y planchada.




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