Fue un nacimiento nocturno.
Sin oscuridad,
no habría búsqueda desesperada de alojamiento al final del día,
ni visiones de ángeles para pastores somnolientos,
ni estrella que guiara a los Reyes Magos en su viaje.
Y para nosotros,
no habría velas en Nochebuena.
Lo que quiere decir
que a menudo es en las noches de nuestras vidas
cuando mejor puede nacer la esperanza sagrada,
cuando la luz sagrada es más visible, más bienvenida.
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