
Esta mañana he recibido una visita
solo por un ratito
de una sensación de quietud
tan suave como una sonrisa.
No encuentro palabras para decir
cómo llenó el aire
de este día gris de noviembre
con su perfecta satisfacción
y me sentí más cerca
que mi propia respiración.
Solo sé que siempre está ahí
siempre que me aparto del camino.
Es imposible de oír
en este mundo ruidoso
e imposible de ver
porque está en todas partes
y en ninguna.
Pero me sostuvo
y no estaba sola.
Se sintió tanto
como volver a casa.
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