El karma occidental

Programa Helping the Helpers, 2016, enfocado en la concienciación sobre el trauma para personas que trabajan con refugiados, incluyendo prácticas de yoga sensible al trauma. Fotografías cortesía del autor.

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La contribución de Italia al Festival de la Canción de Eurovisión de 2017 (uno de los eventos no deportivos más vistos del mundo) fue “Occidentali’s Karma” de Francesco Gabbani. Eurovisión es el concurso internacional de música televisado de mayor duración. Se inspiró en el Festival de la Canción de Sanremo, un certamen similar que marca la pauta de las tendencias culturales italianas en televisión en vivo desde 1951. “Occidentali’s Karma” (que se traduce como “El karma de los occidentales”) se convirtió en uno de los sencillos más vendidos en la historia de Italia tras su debut en Sanremo. Es una sátira ligera de la reciente explosión de orientalismo en la cultura popular italiana. Desde el yoga hasta la filosofía New Age, pasando por el budismo y la orientación de los chakras, Gabbani utiliza juegos de palabras ingeniosos y yuxtaposiciones ridículas de la cultura pop para cuestionar la sinceridad de los “miembros honorarios del club anónimo del selfie” que seleccionan verdades espirituales a su conveniencia con “respuestas fáciles / dilemas inútiles.”

Soy originario de Estados Unidos y he vivido intermitentemente en Italia desde 2013. Como Amigo criado en círculos cuáqueros no programados, estoy acostumbrado a un toque de chamanismo, ayurveda y taoísmo en las conversaciones casuales de mi junta, compuesta en gran parte por personas blancas y de clase media, allá en Estados Unidos. Incluso aquí en Italia, donde no es exactamente nuevo buscar más allá de la omnipresente influencia de la Iglesia católica, se percibe lo poderosas que se vuelven ciertas tendencias en la conciencia colectiva de una cultura extremadamente homogénea. Puede parecer que de un día para otro no solo todos llevan la misma chaqueta, sino que también hablan de una misma corriente de pensamiento o de cierta inclinación espiritual. Así ha sucedido con el yoga, el budismo y el chamanismo en los últimos años que he estado aquí. Mientras que en cualquier junta cuáquera no programada en Estados Unidos es normal encontrar a varios Amigos que han practicado yoga tranquilamente desde los años setenta, en los últimos años el número de conversaciones en italiano que he tenido sobre realinear los chakras se ha disparado. Muchas de estas personas se apresuran a señalar que ya no están “con la Iglesia”, que técnicamente todavía prohíbe la práctica del yoga (ni hablar del budismo y el animismo).

Captura del video musical oficial de “Occidentali’s Karma” de Francesco Gabbani.

¿Qué significa esto para los Amigos en Italia? Somos un grupo interesante, con una base marcadamente nativa en comparación con muchas juntas de Europa continental fundadas por expatriados del Reino Unido o Estados Unidos. Tenemos una junta en Bolonia reconocida por el Comité Mundial de Consulta de los Amigos (Sección Europa y Oriente Medio), además de otros grupos de culto (el más activo en Florencia) y miembros individuales repartidos por el país. En general, la mayoría proviene de trasfondos católicos o fueron criados entre Amigos en sus países de origen. Durante los últimos años nos hemos reunido a finales de verano en una especie de asamblea anual de carácter espiritual, cordial y logístico. Hemos acogido o sido acogidos por otras confesiones afines, como la activa comunidad de meditación Vipassanā aquí en Italia. Y este es un punto interesante.

En ocasiones, algunos de nuestros miembros señalan lo similares que somos, en esencia, a los practicantes de Vipassanā. Como muchos Amigos en Estados Unidos, para estos cuáqueros italianos el silencio meditativo del culto no programado se asemeja bastante a la meditación budista. Especialmente en contraste con los olores e incienso de la misa católica, entiendo la comparación. Todo depende de la perspectiva. Yo nunca he considerado al cuaquerismo muy parecido al budismo, pero fui criado como un cuáquero hippie. Al crecer en paralelo entre los círculos cuáqueros y hippies, cercanos al New Age, siempre percibí estos mundos como bastante distintos, aunque a veces incluyeran a las mismas personas. No deseo desestimar a todos los practicantes de budismo, yoga, chamanismo o filosofía New Age. Pero para mí, el grado de compromiso general y de responsabilidad con los principios distingue a quienes se dicen “espirituales pero no religiosos” cuando practican estas disciplinas de manera casual. 



Los practicantes ocasionales de budismo son tan comunes como los cuáqueros ocasionales, pero para mí el valor de la Sociedad Religiosa de los Amigos está en la parte de “religiosa”: la cualidad de conectar con una comunidad de personas unidas por un conjunto (semi) establecido de normas, obligaciones y valores transmitidos por generaciones. Tal vez la conclusión principal que veo aquí es que, cuanto más de moda se ponga “hacer yoga” o tomarse selfies en poses meditativas, mayor riesgo corremos de diluir nuestra práctica hasta la irrelevancia o de reducirla a una simple autocomplacencia. Cada vez más personas también empiezan a hacer preguntas difíciles sobre la apropiación cultural, cuestionando hasta qué punto es adecuado que un occidental blanco dirija temazcales o escriba manuales sobre los mejores batidos de proteínas para acompañar tu rutina de yoga.

Por supuesto, no es la primera vez que se plantean estas preguntas, pero últimamente me he sentido particularmente inmerso en comparar el coqueteo de dos países occidentales con el pensamiento y la práctica espiritual no occidentales. Especialmente como Amigo, me ha interesado explorar esto dentro de los círculos cuáqueros. Creo que en realidad hay percepciones valiosas que pueden surgir al comparar los distintos enfoques con un ojo crítico.

“Occidentali’s Karma” alude al lado oscuro de la “cultura de la pureza” que surge en algunos círculos espirituales: “Lluvia de gotas de Chanel / Sobre cuerpos asépticos / Sálvate del olor de tus semejantes.” Qué rápido nos convertimos en expertos de realidades inventadas al escoger aquí y allá referentes culturales que nos permiten definirnos como superiores a quienes nos rodean. Veo esto con frecuencia en los círculos de Amigos, donde dejamos que lo que nos resulta cómodo defina toda nuestra cosmovisión. Mientras que en una existencia privilegiada y de clase media, a menudo son las cosas que nos incomodan las que más nos enseñan. Aquí en Italia, pertenecer a una fe no católica (la traducción italiana de esto es literalmente “secta”) significa que debo no solo explicar mi fe, sino justificar su interpretación cristiana frente a la “única y verdadera Iglesia.”

“Occidentali’s Karma” regresa con frecuencia a un estribillo: “El mono desnudo baila / El karma de los occidentales,” invitándonos a tomarnos un poco menos en serio. Esta es una cualidad de la cultura italiana que aprecio mucho, junto con la curiosidad y flexibilidad general de los italianos: puede que hagamos algo porque está de moda, pero tampoco fingimos que estamos comprometidos al cien por ciento con ello. Lo estamos probando. Incluso si practicamos yoga o incluso si somos cuáqueros de una manera casual mientras aprendemos, hay espacio para eso. En Estados Unidos, a menudo encontré a personas excesivamente serias o muy a la defensiva respecto a todos los aspectos de su experiencia religiosa o espiritual. Reconozco que la fe no es cosa de risa, y que las dinámicas de poder son importantes de tener en cuenta, pero al final, en realidad, no somos más que monos bailando en nuestros intentos de encontrar un significado más profundo.

Encuentro cuáquero en Italia, 2020.

Un desafío importante para mí al vivir en Italia es la falta de interés cultural en discutir dinámicas de poder e identidad a nivel personal. Conozco demasiados activistas varones dispuestos a “luchar por la causa” pero que se niegan a lavar los platos, o católicos que creen en la “solidaridad con los pobres” pero llaman invasores a los refugiados musulmanes. Las mismas identidades y políticas contradictorias existen en Estados Unidos, pero los estadounidenses por fin nos estamos haciendo preguntas difíciles al respecto. En nuestro mejor momento, creo que el esfuerzo cuáquero de dejar que nuestras vidas hablen consiste en vivir nuestros valores tanto en Italia como en Estados Unidos. Tenemos algo que enseñar pero también que aprender, y aprecio que muchos de mis Amigos italianos parezcan ir un poco por delante en este aspecto.

Entonces, ¿qué lecciones puede enseñarnos esta canción pop aparentemente tonta en el escenario europeo? “Occidentali’s Karma” habla de la “cocaína de las masas / opio de los pobres,” pero no profundiza en nuestra adicción histórica a las filosofías orientales mientras, al mismo tiempo, colonizamos y despreciamos a sus pueblos. El Orientalismo de Edward Said nos desafió a considerar cómo nuestra obsesión con el “otro” oriental es, en realidad, el reconocimiento inconsciente de cómo nos definimos a través de lo que hemos robado o adoptado en Occidente. Especialmente ahora, mientras cuestionamos cada vez más las dinámicas de poder e identidad en Estados Unidos, me sorprende con frecuencia, viviendo en la cuna del Renacimiento moderno, lo satisfechos que podemos estar con nuestra supuesta superioridad occidental. La ironía de un italiano, heredero del Sacro Imperio Romano, que teme la amenaza de “refugiados invasores” de guerras occidentales en Asia y África, es difícil de pasar por alto. (Aunque, por supuesto, también son muy conscientes de que todos los imperios caen.) Resulta aún más chocante cuando beben extractos medicinales chinos mientras se quejan del “virus chino,” o aman el yoga mientras se niegan a alquilar viviendas a inmigrantes del sur de Asia por miedo a la “comida apestosa.” Estas contradicciones flagrantes también existen en Estados Unidos, pero en italiano ni siquiera hay una traducción directa para la palabra accountability (responsabilidad con consecuencias).

Especialmente como Amigos, deberíamos considerar con mayor criticidad la importancia de la fe y la religión en la definición y conformación de la cultura. En Estados Unidos quizá seamos más abiertos a reconocer el papel de la religión en la opresión y en la negación de la plena expresión de la humanidad en todo el mundo, pero al dar a conocer nuestras “prácticas adoptadas” preferidas debemos estar atentos a la apropiación cultural y al esencialismo. Al mismo tiempo, creo que sería bueno mantener la curiosidad, no tomarnos demasiado en serio y reconocer cómo nuestro interés por lo “exótico” revela lo que consideramos lo “cotidiano.”

por Evan Welin | Traducción por Renzo Carranza

Evan Welkin es miembro de la Junta de Olympia (Washington) y reside en Emilia-Romaña, Italia. Él y su esposa, Federica, son fundadores de una escuela popular, una ecoaldea y un proyecto de ecoturismo llamado Borgo Basino, ubicado en una granja orgánica de 8 hectáreas en las colinas entre Bolonia y Florencia. Más información en borgobasino.org.

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